lunes, 15 de febrero de 2016

UN ETERNO LUNES SALVADO POR LA MEMORIA

El día de hoy nos ha vuelto a recordar que estamos en Invierno. Ha sido como si a éste le haya dado por desprenderse del disfraz de primavera que llevaba hasta hace unos días. Hoy era lunes. Amanecí con la resignación de los lunes y el agobio de una agenda completa para la semana. Sin embargo, la ternura de la Memoria me ha donado la Fuerza de los martes, el Optimismo de los miércoles y las Ganas de los viernes. La Memoria de mi pueblo, de su gente y de la sublevación contra la miseria. En apenas dos horas, con unas pocas frases de una octogenaria, mecidas con una intensa mirada y bajo el testigo del relato vivido, he aprendido más que en algunas asignaturas de la Universidad. Esta tarde, junto a mi escudero Ruben Medina Sierra , he tenido la preciosa oportunidad de entrevistar a A.O.B; víctima del Franquismo, hija de un fiel defensor de la igualdad y el trabajo. Presidente de “Fraternidad Obrera”, su padre, José Oliva, fue uno de los grandes sindicalistas que viera el Arcos de los años treinta. Tras el triste Golpe de unos españoles avariciosos y en los primeros días de la “cruzada nacional-católica” fue asesinado, quedando desamparados su mujer, que estaba embarazada, y sus tres hijos. Con la generosidad de una persona que ha desafiado al hambre, mientras nos ofrecía una y otra vez café y cerveza, nos ha relatado su vida. Con el instinto de supervivencia necesario para salir adelante en tiempos de racionamiento, nos decía: “Teníamos prohibido decir que a mi padre lo mataron. Para la gente, él había muerto”. Con el desasosiego de sufrir a una inhumana España, comentaba: “El pecho lo tengo lleno de lágrimas”. Con la inocencia de la niña que un día fue, asentía: “Yo no entendía de falangistas”. Con el miedo del terror vivido, entrecortada, confesaba: “Los gritos de las palizas que le daban a los hombres los tengo metío [sic] en la cabeza”. Y con la sabiduría de los años lapidó una frase que resume lo que hizo el sanguinario Golpe de los señoritos andaluces y el ego de un puñado de militares: “¿Robar? Robar es los corazones que asesinaron”. Adela me ha vuelto a demostrar que en España aún estamos en el invierno del silencio y que la fría injusticia sigue amargando el final de muchas vidas. Adela no olvida. Nosotros, tampoco.
Salud y Memoria.
Antonio Ortega Castillo
15/02/2016

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