jueves, 18 de febrero de 2016

UNA LLAMADA DE LA MEMORIA

En el día de ayer recibimos una llamada inesperada. Un familiar de Manuel García Sañudo, máximo dirigente del socialismo arcense en los años treinta fusilado en 1936, se ponía en contacto con nosotros porque llevaba años investigando quién fue su abuelo y qué fue de él. Con la voz entrecortada, J.R, nieto de este asesinado, apenas podía hablar debido a la emoción. Nos decía que por fin encontraba a alguien que le escucha y que compartía el objetivo de conocer qué pasó en Arcos a partir del golpe de Estado del 18 de julio. Al igual que nosotros se pregunta dónde están las más de ochenta personas que fueron desaparecidas y asesinadas en Arcos. Sea este post un homenaje a la familia de García Sañudo.

Manuel García Sañudo, propietario de un café-bar y de ideología socialista, fue un hombre de referencia en el movimiento obrero arcense y en la política local. En los años diez había pertenecido a la sociedad “Fraternidad Obrera” y había actuado como representante de los obreros en algunas negociaciones con los patronos. Era un hombre que desde el centro obrero había fomentado la educación y por ello fomentó la constitución de la biblioteca de Fraternidad Obrera, en 1920 comentaba en la revista de feria: “un pueblo de ignorantes es un pueblo esclavo y donde predomina la esclavitud impera la tiranía”.

Más tarde, en 1926, había sido alcalde accidental de Arcos y con la llegada de la República es nombrado teniente de alcalde. En los años treinta fue el líder del PSOE de Arcos. El 15 de abril de 1931, cuando es declarada la República en el pueblo, García Sañudo pronuncia, a nuestro juicio, las palabras más bellas y realistas de toda la sesión plenaria. Así, a pesar del delicado estado de salud en el que se encontraba en esos momentos, comentaba lo siguiente:

“El triunfo de la República débese primeramente a la clase obrera, a la decisión de los jóvenes estudiantes y a todos aquellos que han dado su libertad y hasta su sangre por la idea. Entre ellos nos han legado un tesoro que tenemos el deber de conservar laborando con honradez y buena voluntad, pues no debe olvidarse que hay enemigo acechando por si delinquimos. Ha llegado la hora del triunfo de la democracia, más debe tenerse muy presente que ella no es venganza ni odio, sino fraternidad y amor. Que el proceder de todos así lo demuestre”.
En febrero de 1936 fue nombrado de nuevo concejal y tras el golpe de Estado fascista fue sacado de un convento y asesinado. Según el registro civil, fue asesinado el 14 de agosto de 1936. Tenía 46 años, dejaba viuda y varios hijos.


Antonio Ortega Castillo - 19/02/2016.

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